
12/01/2022
La pandemia continúa dejando huella en todos los niveles de la sociedad, y un año más la ciberseguridad genera preocupación y se convierte en protagonista del Informe de Riesgos Globales publicado por el Foro económico mundial.
En el Informe de Riesgos Globales 2022, se comparte los resultados de la última Encuesta de Percepción de Riesgos Globales (GRPS) en el contexto de la perspectiva global actual intensificada por el COVID-19.
En este contexto, ya no es novedad que las organizaciones han experimentado una rápida digitalización, los trabajadores han cambiado al trabajo remoto siempre que sea posible, y al mismo tiempo, las amenazas a la ciberseguridad se han incrementado. En 2020, los ataques de malware y ransomware aumentaron en un 358% y 435% respectivamente, superando la capacidad de las organizaciones y las personas para prevenir o responder a ellos.
Sumado a esto, los ataques se han perfeccionado y no han dado tiempo a formar suficientes profesionales para cubrir la demanda de expertos en ciberseguridad.
La dependencia digital como parte de nuestra rutina nos hace más vulnerables
Los gobiernos, las sociedades y las empresas confían cada vez más en la tecnología para administrar todo, desde los servicios públicos hasta los procesos comerciales. Las plataformas, herramientas e interfaces tecnológicas conectadas a través de Internet están creando a la vez un panorama de amenazas cibernéticas más complejo y un número creciente de puntos críticos de falla. A medida que la sociedad continúa migrando hacia el mundo digital, la amenaza del delito cibernético esta más presente y les cuesta a las organizaciones decenas, incluso cientos, de millones de dólares.
La creciente dependencia de los sistemas digitales ha acelerado la adopción de plataformas y dispositivos que permiten compartir datos confidenciales con terceros: servicio en la nube, interfaces de programación de aplicaciones (API) y otros intermediarios. Estos sistemas, si bien son herramientas poderosas para datos y procesamiento, agregan una capa adicional de dependencia de los proveedores de servicios.
Los usuarios deberán navegar por las vulnerabilidades de seguridad inherentes tanto a la mayor dependencia como a la creciente fragmentación en este tipo de tecnologías complejas, a menudo caracterizadas por la descentralización y la falta de medidas de seguridad estructuradas.
Cuidado con el ransomware
El escenario de ataques se ha visto incrementado notoriamente desde el inicio de la pandemia: el malware aumentó en un 358 % en 2020, mientras que el ransomware aumentó en un 435 %, con un aumento de cuatro veces en el valor total de criptomoneda recibido por las direcciones de ransomware.
Asimismo, la tecnología en este sentido ha mejorado tanto que el ransomware permite que incluso los delincuentes no técnicos ejecuten ataques, una tendencia que podría intensificarse con la llegada del malware basado en inteligencia artificial. Además, las criptomonedas también han permitido a los ciberdelincuentes cobrar pagos con un riesgo modesto de detección o recuperación monetaria.
Invertir en ciberseguridad o gastar en rescates y recuperar la imagen
Cuando ocurre un ataque, las empresas se verán obligadas a pagar rescates cada vez más altos o sufrir las consecuencias legales, financieras, regulatorias y de reputación de los ataques cibernéticos. Y el límite ya no es la propia organización, sino que la exposición a proveedores también debe evaluarse y gestionarse para evitar caer en un incidente grave. El impacto de los ciberataques podría ser financieramente devastador para las empresas que no invierten en proteger su infraestructura digital.
Por estos motivos, es imperativo que las personas y sobre todo las organizaciones, inviertan parte de su presupuesto a mejorar su infraestructura y la ciberseguridad de su organización, estableciendo además los niveles adecuados de gobernanza de la tecnología.
Dentro de latinoamérica, ¿Qué les preocupa a los Uruguayos y Peruanos?
A diferencia de los países más desarrollados, donde prima la preocupación por el cambio climático y la seguridad digital, en Uruguay, Perú y el resto de los países de la región, los riesgos asociados a temas socio económicos son los más votados por los encuestados para este informe. La inflación y la crisis de empleo que la pandemia ha profundizado escalan a la cima del ranking, lo que deja a las organizaciones y a las personas menos margen económico para poder preocuparse por su seguridad digital en el corto plazo.